martes, 21 de agosto de 2012

Nocturn Wandering


Vagar Nocturno


Entre árboles de negras sombras, nocturno es mi vagar.
Fría sangre circula por los cauces de mis venas; laberinto de enraizados rizomas sin vía de escape.
Oscuridad que gustas de dibujar la irrealidad que me conforma. Un escalofrío que estremece todas las células de mi piel provoca tu obra de arte.
Huyo de la luz para encontrar senderos de siluetas apenas desdibujadas en los que lo que es no lo parece al primer vislumbre.
Lo nocturno construye irrealidades, mientras susurros sin garganta asaltan el espacio vacío provocando imágenes que desatan el pánico.
Puedo amar la sombra, acomodarme a su abrigo y dejar que los miedos afloren mientras un morbo, casi enfermizo, me empuja a su fantasía.
Amo la sombra, amo su imprecisión, amo su sobrecogedor delirio de posesión, amo su soberbia y a la vez la humilde magia creativa ajena a su voluntad.
Interpreto sus señales bajo una completa subjetividad, al libre albedrío.
Lo real es perfecto cuando se sublima hasta alcanzar su máximo hiperrealismo; lo ficticio es magistral cuando se encumbra hasta rozar la belleza de la línea que separa la luz de la tiniebla.
No hay belleza ni turbación absolutas en el término medio. El término medio encuentra su ambiente ideal en la mediocridad, los extremos, en la genialidad.
Deseo en la sombra vagar sin descanso, en ella la lectura de todo bello sentimiento es mucho más sutil y hasta el más atroz de los fantasmas que allí te asaltan, adquiere tintes de incorpóreo dramatismo…
En la sombra vagar deseo, en ella el dolor es gozo, la soledad alegría, el rechazo acogimiento, las lágrimas gotas de rocío sobre la más bella flor.
En el caminar sin rumbo encuentro la noche, y lo que durante la luz diurna corta cual filo de cuchilla, en la oscuridad se transforma en brillo de estrellas que vigilan mis pasos mientras un sopor, ya de madrugada,  me envuelve  en su crepúsculo.
Quédate conmigo, no deseo ver la belleza de la luz si su destello me causa dolor; en la penumbra hallo un consuelo que suaviza, que adormece, que hace olvidar.
Quiero olvidar, deseo olvidar, necesito olvidar.

I am a Pilgrim


 Peregrino soy




Caliginoso despertar me halla entre bosques de pinos, robles y castaños quejumbrosos de tanta cotidianeidad. Lejanas montañas con nieve aún resistiéndose a marchar entre densas nieblas milenarias.

Ritmos, acentos y costumbres repetidas hasta la saciedad como otoños, inviernos, primaveras, veranos se repetirán hasta el final de los tiempos.

Peregrino incansable soy que aspira a no repetir nunca la misma senda y que condenado está a merodear los caminos que una y otra vez constituyeron el pasado del que huyes y al que cual asesino vuelves a encontrarte con la víctima que abandonaste para no volverte a enfrentar.

¡Qué difícil es dar muerte al pasado cuando en ti algo disputa por herirte una y otra vez, una vez y otra más…

Oscuro es el lado que ensombrece la luz en mi interior, en mi exterior.

Hoy el cielo es gris y lo veo brillante, centelleante; un paso más adelante y el mismo cielo gris se torna resplandeciente, pero mi corazón lo percibe plomizo, desapacible.

Las caras tienen un gesto de cinismo; el sonido de la calle es un martillo que estalla en mi cabeza; el bello río que arrulla mi pueblo se torna terroso y su sinfonía es despreciable hasta el infinito. Siento cólera, encono, intenso rechazo por lo caduco de todo lo que me rodea. Quiero huir desatando una loca carrera que no encuentre fin, que me acerque al finísimo filo del abismo de lo soportable. Hallo exaltación en la abstracción de arrojarme dentro de la línea de tiempo que nunca se extingue: Dios.

Todo se me antoja un cinturón que aprieta y asfixia hasta la extenuación y el desmayo; lo irresistible y la muerte.

Pero ahora el mundo se me vuelve a antojar bello, el aire acaricia mi rostro con sumo mimo y cuidado, el canto de un pájaro aviva la llama del fuego interior, la prosa expande mi imaginación y vuelvo a escribir palabras con la ansiedad que brotaban de mi mente cuando aún era joven e impaciente.

Este columpio del día a día en su impetuoso vaivén imita en su bajada los momentos en que todo es gris y pesimista; en su subida los que son sinfonía que elevan el espíritu.

Muchas bajadas, pocas subidas; la balanza carece de equilibrio. No me compensa.

Necesito detener este balanceo, este ir y venir que no me hace progresar.

Soy consciente de que los momentos malos pesan mucho más que los buenos en la balanza que construyo con mis manos a cada lado de mi cuerpo. Miro a un lado y a otro y uno de ellos me resulta insoportable de sobrellevar.

Sigo caminando, pero quisiera una cañada poco transitada y siempre cambiante. No deseo el tormento de lo soportable, de la monotonía, del término medio; persigo sombras muy contratadas y luces con una gradación tan ascendente que me ciegue por completo.

Lo interno no se refleja en el exterior, pero podría decir que no puedo asegurar que lo que veo no sea lo que siento en mi alma. Es todo demasiado confuso como para poderlo constatar.

Puede que mañana despierte y todo lo que hoy fue perfecto me resulte tan dudoso como que nunca caminé  por esta o aquélla senda, o que todas las sonrisas fueron tan sólo llanto, o tal vez la proyección de mi pensamiento, de mis sentimientos, de mi confusión, de mi propio, único y, a veces, nebuloso mundo interior.

En un camino de menos luces que sombras, peregrino soy.

Beauty never comes for free



 
La belleza nunca viene sola
 
 
 

Yo pensaba que el camino a recorrer podía ser fácil si ponías todo tu corazón y toda tu alma. Sinceramente, nada de esto tenía que ver con como finalmente se decidirían las cosas. En la vida, en general, uno no siempre es dueño de su destino; en particular, uno cree que toma decisiones, pero en general, ¿quién o qué nos empuja a dar el paso definitivo? ¿El razonamiento? ¿El intelecto? ¿La meditación? ¿La experiencia? Por supuesto, estoy hablando de las verdaderas determinaciones de la vida, aquéllas que nos conducen a ser algo más que carne y hueso; aquéllas sobre las que seremos juzgados no por la humanidad entera, no por Dios, sino por nuestra propia conciencia.
La belleza nunca viene sola, y es así porque primero hay que caminar sobre el polvo del camino, después sobre las aguas turbulentas de la travesía, y finalmente triunfar sobre las propias imperfecciones de modo que la flor brote y luzca como recién salida del útero de la madre Tierra: renacer después de haber realmente nacido.

Lonely Solitude

Soledad de soledades

 
Mi alma merodea por paisajes de mar y arena en la búsqueda constante de la ola que solemniza su agonía en la soledad de una orilla que anhela pero no alcanza.

Cada mañana es como una repetición de la mañana anterior y el presagio de la muerte que camina inexorablemente hacia mi se convierte en la reiterada e insoportable pesadilla del acto que nunca alcanza su culminación, su mayor expresión, el cumplimiento de lo prometido, de lo pactado, del encuentro con el garrote que desencadene la apertura del lo desconocido, que rompa el eslabón de esta condena que se me antoja perpetua.

Te burlas de mi, amarga compañera de viaje; tú muerte.

Ahora me acaricias, ahora me abandonas y la soledad de soledades se ensarta cual daga en forma de palabras en esta mi composición muerta.

Permaneces aún lejana, aunque triste como mi triste espera, triste prórroga.

Una alborada, harta de ser ignorada, estallará en ti la pasión por encontrarme en el camino y toda fuego me despojarás de mi humana naturaleza, tomándome con la pasión de lo efímero de la belleza.

Y te amaré; y me amarás, y seremos uno.

Seremos eternos.


In my Mind

En mi Mente


 
En este instante, las gotas de lluvia golpean bruscamente contra los cristales de mi habitación; junto con el viento engendran una atronadora melodía que aturde mi mente y me traslada al pasado, a las lluviosas mañanas de viernes en el instituto, aquel lugar que tanto añoro aunque sea un edificio deslucido, marchito, cuya visión no te dice gran cosa pero que alberga mil historias en su interior. Indescriptible el sentimiento que de mí se apodera si me imagino volviendo a entrar.
De repente, he visto la caja donde guardo los poemas de aquella chica que durante tanto tiempo fue el desvelo de mi sinrazón adolescente. Sin pensármelo dos veces, me dispongo a leer:



- “Las lágrimas se me escapan sin quererlo



Deslizándose suavemente por mi rostro…”

From my window

Desde mi ventana

 

Cada noche un sueño me persigue, me acosa, me arrastra entre sus nebulosas ramas y, entre sombras y luces, no me deja vislumbrar dentro de su pseudo-realidad. Es tan recurrente como recurrente es la vida.

Camino entre el entramado de imágenes y siempre me lleva al mismo lugar; el lugar en el que todo ocurrió, el lugar en el que la infancia se rompió y algo tenebroso se introdujo en lo más profundo de mi alma. Camino e intento alejarme, pero sus raíces se alargan y se enredan en mis pies, en mis piernas, en mi cintura, en mis brazos y manos, en mi cuello, en mi boca, en mis ojos..., hasta que ya no puedo ver, y ya no puedo hablar, ya no puedo pensar, ya no puedo incluso sentir y, paradójicamente, la realidad me atrapa como animal en su trampa; es entonces cuando hasta el sueño, aunque pesadilla, me parece más apetecible que lo que mis manos pueden acariciar.